Entre los muchos motivos que hay para recordar las Olimpiadas de 2008, destaca sin duda el imponente espectáculo ofrecido a los espectadores de todo el mundo por el Estadio Olímpico de Pekín, obra universalmente rebautizada con el apelativo de Bird’s Nest, o lo que es lo mismo: Nido de Pájaro.
El porqué del nombre se ve a primera vista (foto del estadio): un intrincado juego de tirantes y una compleja estructura de acero han permitido realizar este gigantesco nido capaz de albergar a 91.000 espectadores y una de las pistas de atletismo más rápidas del mundo.
La historia de este prodigio arquitectónico empezó con una licitación convocada el 19 de diciembre de 2002. El 26 de marzo de 2003 un jurado de expertos internacionales examina las propuestas llegadas de todo el mundo y en abril se anuncia al vencedor, que es el estudio de arquitectura suizo Herzog & De Meuron, que junto con Arup Sport y el China Architecture Design & Research Group entrega la obra finalizada en diciembre de 2007.
Todo es perfecto, todo se ha estudiado hasta en su más mínimo detalle. El 28 de junio de 2008 una grandiosa ceremonia de inauguración abre el telón de este colosal escenario que durante un mes expondrá al dragón chino a los ojos estupefactos del mundo entero.
Realizar una obra de tal envergadura no fue fácil. En China todo es símbolo, cultura, referencia del pasado y el Estadio Nacional de Pekín no podía renunciar a todo esto. La forma circular de la construcción representa al Paraíso, mientras que el motivo de la cubierta se inspira en la cerámica tradicional china con efecto “agrietado”, que los turistas pueden comprar en los mercados de la capital. Desde lejos el estadio aparece como un colosal navío, pero también como un inmenso nido y aquí nuestra mente está lista para imaginar a China como un gran pájaro que acaba de emprender el vuelo.
Al principio, el estadio se había diseñado para albergar a 80.000 espectadores, pero después el aforo se aumentó hasta 91.000 plazas. De ellas, 11.000 plazas temporales se instalaron en la última planta, en la terraza panorámica frente a los restaurantes. En la realización de la obra trabajaron 17.000 obreros y se emplearon más de 44.000 toneladas de acero para una estructura con una altura de seis plantas. A causa de las características geológicas de la región de Pekín, el estadio se construyó para poder resistir los terremotos más violentos y su seguridad en caso de actividad sísmica se incrementó después de renunciar a la techumbre, que aligera todavía más la estructura.
“Nuestro objetivo era realizar una obra arquitectónica que continuase siendo funcional después de las Olimpiadas de 2008” declaran los arquitectos Herzog & De Meuron, que para celebrar la obra llegaron incluso a realizar una película en la que se narran todas las fases de la construcción del estadio.
Aunque el trabajo arquitectónico ha sido notable, hay que recordar que el Nido de Pájaro es ante todo un estadio y para los atletas competidores el factor que más cuenta es el resultado de su rendimiento deportivo.
La pista que se desliza rápidamente bajo los pies de atletes es la realizada por Mondo con Mondotrack FTX, un material altamente innovador fruto de las investigaciones aplicadas y la experiencia adquirida en el suministro de materiales y equipos en ocho ediciones anteriores de los Juegos Olímpicos.
Pero esta vez, para hacer las cosas aún más complejas, hay dos características fundamentales que la organización de los Juegos impuso. La estructura final debía ser Hi-Tech y con una alta propensión a la ecología, no en vano las Olimpiadas de Pekín fueron las primeras en las que se habló de Olimpiadas Verdes.
La pista final respeta totalmente estos requisitos. Es Hi-Tech porque es fruto de un largo proceso de desarrollo basado en principios de biomecánica aplicada e ingeniería. Además es ecológica, porque se ha realizado con materiales eco-compatibles y, gracias a su ciclo productivo, el respeto al medio ambiente se erige en el centro de todas las fases de elaboración.
El rendimiento de los atletas entusiasma al mundo entero. El 24 de agosto las Olimpiadas llegan a su fin, pero el fragor de la competición sigue en el ánimo de todos. Lamine Diack, Presidente de la IAAF (International Association of Athletics Federations) declara entusiasta: “Los Juegos Olímpicos de Pekín han demostrado una vez más el porqué la IAAF viene eligiendo a Mondo como socio oficial desde 1987 y por qué esta colaboración continuará hasta 2019. Hemos optado por la excelencia en las superficies para las pistas de atletismo y estamos todos encantados con los resultados obtenidos en Pekín por totdos los atletes. Además de en las últimas 9 olimpiadas, Mondo ha suministrado también las pistas en numerosos campeonatos mundiales de atletismo, en cuyos circuitos se han batido más de 230 récord mundiales. Un resultado sencillamente extraordinario.”