Pocos eventos han marcado tan profundamente al deporte y a la ciudad organizadora como las Olimpiadas de 1992. Al igual que Barcelona, también Mondo aprovechó la ocasión para cambiar profundamente, iniciando una nueva filosofía en la producción de pistas de atletismo.
Las Olimpiadas de Barcelona de 1992 supusieron profundos cambios tanto en la organización de los Juegos como en el deporte en general. A título de ejemplo, por primera vez la ceremonia de apertura adquirió un protagonismo que nunca antes había tenido, convirtiéndose en un evento importante y esperado a nivel global; y a partir de esa edición los atletas emprendieron una escalada hacia el deporte profesional tal como lo entendemos hoy. También la ciudad experimentó un profundo cambio entre 1989 y 1992. No solo se construyeron nuevas instalaciones deportivas, sino que las obras afectaron a toda Barcelona. Mondo vivió en primera persona estos cambios.
“La implicación fue muy profunda desde el principio, tanto con la ciudad como con el Comité Organizador, con el que seguimos las obras paso a paso. Cuando empezamos la remodelación del Estadio Olímpico trabajamos codo con codo con arquitectos e ingenieros. Fue una experiencia nueva e importante para nosotros”, recuerda Andrea Vallauri, responsable de la División de Deportes de Mondo.
La construcción del Estadio Olímpico de Barcelona, que en 2001 fue bautizado con el nombre de Lluis Companys, ex presidente de la Generalitat de Catalunya, ajusticiado en el Castillo de Montjuic en 1940 por el régimen del general Franco, empezó en 1927 y acabó en 1929, inaugurándose con ocasión de la Exposición Internacional celebrada en la capital catalana. El diseño original del estadio se debe al arquitecto Pere Domènech i Roura. Antes de las Olimpiadas de 1992 el estadio tuvo distinta suerte. En 1936 se debería haber celebrado allí la Olimpiada Popular, evento organizado para protestar contra la adjudicación de los Juegos a Berlín, capital de la Alemania nazi, pero el comienzo de la Guerra Civil española eliminó cualquier posibilidad de poder organizar el evento.
Durante los años 70 el estadio quedó en un estado de semiabandono, con las gradas deterioradas por el tiempo. En aquel periodo, la instalación fue utilizada como paddock para los equipos de Fórmula 1 durante el Gran Premio de España en el circuito de Montjuic. Hubo que esperar hasta 1989 y a la adjudicación de las Olimpiadas a la capital catalana para ver el renacimiento de la instalación, gracias a una reestructuración en la que participó el arquitecto italiano Vittorio Gregotti. El estadio fue totalmente vaciado y se construyeron nuevos graderíos, conservando del viejo edificio solo la fachada. El nuevo Estadio Olímpico, inaugurado en 1989 con la Copa del Mundo de Atletismo, auténtico banco de pruebas para las Olimpiadas de 1992, es todavía hoy la edificación más imponente dentro del Anillo Olímpico, en la montaña de Montjuic.
Para las Olimpiadas de Barcelona, Mondo suministró seis pistas en Sportflex Super X Performance, incluida la del interior del Estadio Olímpico. El Comité Organizador quedó gratamente sorprendido por las características de este material cuyas especificaciones constructivas permitían obtener el máximo impulso con el mínimo contacto entre pie y pista, permitiendo desarrollar una mayor velocidad con el mínimo esfuerzo. Un resultado excepcional confirmado por un estudio biomecánico llevado a cabo por la Universidad de Harvard, que reveló cómo el contacto con las pistas de Sportflex era inferior al 50 % respecto a las demás pistas; mientras que un estudio de la Universidad de Jyvaskyla (Finlandia) ya había demostrado que las pistas de Sportflex reducían el consumo de energía en un 11 %. Estas características, unidas a la extremada resistencia a la abrasión (tres veces superior a la de los demás productos), convenció al Comité Organizador para confiar a Mondo la realización de las pistas de atletismo para Barcelona 92.
Los estudios que acompañaron la fabricación de las pistas para las Olimpiadas de Barcelona representaron un profundo cambio para Mondo.
“Para los Juegos de Barcelona -recuerda Vallauri-, por primera vez llevamos a cabo una investigación sobre la formulación del producto y logramos mejorarlo de modo evidente. Empezamos a colaborar con los Politécnicos de Turín y de Milán y por primera vez afrontamos el discurso de la biomecánica aplicada a una pista de atletismo, que a principios de los años 90 era una novedad absoluta”. Antes de estos Juegos, la pista era considerada como un simple revestimiento, un accesorio. “Desde Barcelona 92 se empezó a pensar en la pista como en algo que podía modificar el rendimiento”, recuerda Vallauri. La empresa italiana aprovechó los Juegos de 1992 para fundar Mondo Ibérica, nacida prácticamente en el momento en que se firmó el acuerdo entre ella y la IAAF para el suministro de las Olimpiadas.
“A partir de Barcelona 92 nos consolidamos en el mundo como número uno. Antes éramos “un proveedor más”, después nos convertimos en “el proveedor”. Adquirimos una cierta credibilidad ante el Comité Olímpico, haciendo un trabajo enorme, realizando seis pistas, siguiendo el proyecto y la dirección de las obras. Desde allí se empezó la expansión de Mondo en España y en la península Ibérica”, concluye Vallauri.
Las Olimpiadas de Barcelona se vieron inevitablemente condicionadas por los cambios geopolíticos que experimentó el mundo en los años inmediatamente anteriores a los Juegos. La caída del comunismo y la consiguiente desintegración de la Unión Soviética permitieron que algunas naciones se presentaran solas después de muchos años. Tal fue el caso de Estonia y Letonia (que no participaban desde 1936), y Lituania (desde 1928), mientras que 15 ex repúblicas soviéticas se presentaron todavía juntas como Equipo Unificado. Además, gracias a la caída del comunismo en la URSS, con el final de la Guerra Fría, por primera vez desde 1972, las Olimpiadas no sufrían ningún boicot. La caída del muro de Berlín permitió que las dos Alemanias se presentasen con una única delegación, cosa que no ocurría desde 1964. Yugoslavia, sometida a las sanciones de las Naciones Unidas a causa de la agresión militar contra Croacia y Bosnia-Herzegovina, no pudo participar en deportes de equipo, pero sus atletas participaron individualmente como independientes bajo la bandera olímpica. Croacia, Eslovenia y Bosnia-Herzegovina se presentaron como naciones independientes por primera vez. Muy importante fue también el regreso a las Olimpiadas de Sudáfrica, que, gracias a la abolición del apartheid, participó en los Juegos por primera vez desde 1960. En resumen, las de 1992 fueron unas Olimpiadas inolvidables, desde cualquier punto de vista.